La literatura primero, pero también el cine y el cómic, han hecho de la figura del «científico loco» un estereotipo que reconocemos con facilidad. Sin embargo, como todos los estereotipos, se funda en una amalgama de imaginaciones y habladurías provenientes de personajes y hechos reales que les dieron pie. Nacido con la ciencia «moderna», se nutre desde el siglo XVIII de centenares de personajes y experimentos, a veces peligrosos, a veces geniales, a veces ridículos, que, motivados siempre por el deseo de conocer, de comprender, de saber, han transitado de forma arriesgada zonas vidriosas limítrofes con la ética, con las convenciones al uso y con la ortodoxia con suerte desigual. Petrificadores, resucitadores, pesadores de almas, trasplantadores, lobotomizadores, experimentadores de drogas y otros hallan espacio en estas páginas que dan acceso a unos de los capítulos más llamativos y provocadores de la historia de la ciencia.