Aunque Leonid McGill trabaja como detective privado en Nueva York, buena parte de su mundo gira en torno a los favores que debe y que le deben. Una de sus deudas pendientes es con un asesino a sueldo de Mississippi que una vez le perdonó la vida. Ahora se la quiere cobrar pidiéndole que ayude a un viejo cantante de blues, que tiene más de noventa años y antes de morir quiere hacer llegar una carta a una joven heredera. La misiva revela que corre sangre negra por las venas de la chica, cuya rica familia representa los valores más selectos de la América Blanca tradicional. Hay mucha gente dispuesta a lo que sea para que una noticia así no se haga pública, pero a Leonild le encanta enfrentarse a estos problemas.Algunas vidas son una canción de blues.