Me llamo Fatima Daas. Soy la «mazozia», la menor, la hija pequeña. Mi padre esperaba que yo fuera un chico. Soy francesa, de origen argelino. Musulmana practicante. Una chica de Clichy que pasa más de tres horas diarias en el transporte público. Una turista. Una chica de barrio que observa los comportamientos parisinos. Soy una mentirosa, una pecadora. De adolescente, soy una alumna inestable. De adulta, soy una superinadaptada. Escribo historias para evitar vivir la mía. He estado cuatro años de terapia. Es mi relación más larga. El amor era tabú en casa, las manifestaciones de ternura, la sexualidad también. Me creo partidaria del poliamor. Cuando Nina apareció en mi vida, no sabía en absoluto qué necesitaba ni lo que me faltaba. Me llamo Fatima Daas. Mi nombre es el de un personaje simbólico del islam. Un nombre que no se puede ensuciar. En mi casa, ensuciar es deshonrar. No sé si soy digna de mi nombre.