Poesía en torno del amor y la muerte, de lo fugaz, hecha de leves músicas y presagios, Los trinos que se extinguen son también una paradójica celebración de la vida.
Al final de su breve biografía, bajo el peso de la enfermedad, María Polydouri (1902-1930) consiguió dar forma y publicar dos libros de poemas esenciales para la poesía griega del pasado siglo. El primero de ellos, Los trinos que se extinguen (1928), es ya todo un clásico que contiene muchos de los poemas más conocidos y celebrados de la autora, escritos principalmente a su vuelta de París, en el sanatorio de Sotiría, en Atenas.
En palabras de Juan Manuel Macías, una «amarga celebración, como el último trago de la fiesta. Bajo la aristocracia de la muerte, el amor parece sobrevivir y reafirmarse en su agonía, aferrándose desesperadamente a los lugares y a las palabras. Es como si cada poema sólo pudiera suceder una única y preciada vez. Como si cada poema fuera el gesto de una despedida».