Acabada la Guerra Civil, algunos soldados republicanos se negaron a aceptar la derrota y se echaron al monte para continuar su guerra particular contra la dictadura franquista. En «Segar los cielos», Abraham García recupera del olvido historias vividas por estos maquis, olvidados paulatinamente por los partidos de izquierda y perseguidos de cerca por la traición y los capotes verdes de la Guardia Civil, que peinaba las sierras en su busca. Ambientados en los cerros y pueblos castellano manchegos, rezuman retazos de un pasado aún demasiado vivo, pese a que casi todos sus protagonistas solo son actualmente yerba. Son relatos contados al calor de la lumbre, escritos con una intensidad que los convierte en hechos reales y verídicos, aunque cada uno de ellos, salvo alguna excepción, ha salido de debajo del sombrero de su autor. Son, de alguna manera, un pago a las deudas contraídas con la historia hacia quienes siguieron luchando cuando ya lo tenían todo perdido.