«Siempre me gustó viajar, descubrir, averiguar, perderme, ilusionarme y cumplir sueños. De todas esas experiencias viajando aprendí muchísimas cosas. Entre ellas, que el mundo está lleno de personas buenas y que viajar te permite entrar en contacto con la fluidez de la vida y revalorizar el presente, porque, cuando recorres el mundo, te das cuenta de lo insignificantes que llegan a ser tus problemas personales y cómo el mero hecho de abandonar tu zona de confort expande el instinto, los recursos y la confianza en uno mismo.
Con el paso de los años y, sobre todo, a medida que iba sumando experiencias, me di cuenta de que, para vivir con plenitud, no es necesario hacer siempre lo que se quiere, sino querer siempre lo que se hace, aceptando la responsabilidad de aquello que nos sucede y la forma en la que reaccionamos frente a nuestras emociones, porque la existencia no admite representantes.
Amarse a uno mismo para amar y aprender a poner amor en cada una de las cosas que hacemos me parece una bonita manera de conseguir resultados asombrosos».
Laura Vázquez, una mujer inquieta y amante de la aventura, ha viajado por más de 50 países, la mayoría de las veces en solitario con solo una mochila a cuestas. En las páginas de este libro relata cómo todos esos viajes han influido decisivamente en la persona que es ahora.