Una de las chicas del club ha desaparecido. Nada raro, Bellón sabe que a las mujeres que hacen de la noche su profesión les gusta cambiar de aires. Por eso le resulta extraño que Doña Lola le encargue localizarla; y más raro todavía que le prometa dinero si da con ella, mucho dinero. Hace tiempo que en los bolsillos de Bellón solo entran sus manos vacías, así que decide bajar el volumen de las alarmas que suenan en su cabeza y buscar a la chica. Al mismo tiempo, Azucena, la policía para la que de soplón a cambio de algún billete, le encarga que seduzca a una secretaría y conseguir información de su novio, un delincuente kosovar. Dar con la dirección de la chica le resulta sencillo, pero todo se va complicando a medida que intenta averiguar más.